Festejos de Carnaval a lo largo y ancho del planeta hay muchísimos. Y aunque ninguno es igual a otro, siempre hay elementos que se repiten, independientemente del clima, del continente, del idioma, la estación y hasta del mes del año en que se celebre. Sí, los carnavales no tienen porque ser en febrero, y si no viajad la última semana de agosto a Londres y adentraros en Nothing Hill. Parecerá que habéis llegado a las Antillas.
En ese carnaval, en los famosos de Brasil, en el de Colonia (el más largo del año), en el de Niza, en Trinidad y Tobago, en la ciudad boliviana de Oruro, cuyo carnaval está declarado ni más ni menos que Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. En cualquiera de estos carnavales famosos o en otros mucho más modestos se aprecian elementos en común. Básicamente, los disfraces, las máscaras, los desfiles, la atmósfera de libertad y la diversión.
Y por supuesto todo ello lo encontraréis en los dos carnavales que desde Horse os queremos recomendar: el de Venecia y el de Nueva Orleans.
Dos festejos que poseen una personalidad única y arrolladora, además de una larguísima historia. No en vano, el carnaval veneciano está considerado el más antiguo de todos, al originarse allá por el siglo XIII.
Carnaval en los canales de Venecia
Todo en Venecia es distinto, y obviamente su carnaval también. Imaginad que la magia de esa ciudad se ve incrementada por cientos de personas vestidas con trajes de época. Y no de cualquier época, sino del siglo XVII y XVIII cuando la capital veneta vivía un periodo esplendoroso.
Visitar Venecia durante su carnaval es como sumergirse en un cuadro de Canaletto. Si bien es cierto, que ninguna de las obras de ese pintor nos muestra las aglomeraciones que sufre esta ciudad, no solo en estas fechas, sino en cualquier época del año.
Es un peaje por asistir a un evento tan singular como ver la Vogata del Silenzio. Un desfile de góndolas y barcas sobre la aguas del Gran Canal de Venecia, que va desde el espectacular puente de Rialto llega hasta la plaza San Marcos.
Más actos del carnaval veneciano
Precisamente la plaza de San Marcos se convierte en el epicentro de los actos carnavaleros. Allí se dispone un gran teatro para celebrar desfiles o concursos de máscaras. Y también hasta allí llega el personaje sorpresa que cada año sobrevuela la plaza en el Vuelo del Ángel. Un acto que siendo carnaval lógicamente tiene también su versión paródica en el Vuelo del Asno.
Un carnaval elitista
Como todos los carnavales, también el de Venecia tiene su vena satírica. No obstante, no se podría decir que es su elemento diferencial. Como tampoco lo es el tono popular, pese a la infinidad de turistas que llegan hasta aquí.
Los mismos trajes típicos de la aristocracia dieciochesca implican una idea clasista. Pocos de los turistas se gastan tanto dinero como para parecerse al auténtico Casanova o sus amantes. Los visitantes como mucho llevan las típicas máscaras blancas o doradas. Y aun así son pocos al ser incómodas para hacer fotos.
No hay que olvidar que antaño, los carnavales venecianos fueron la ocasión ideal para que los aristócratas se mezclaran con las clases bajas y así alejarse de la rigidez de las formalidades. Por ello era frecuentado por nobles acaudalados de toda Europa, que no en vano fueron los precursores del turismo en la ciudad de los canales.
Nueva Orleans, jazz y cine
Ese carácter clasista del carnaval veneciano es radicalmente opuesto al ambiente popular y familiar de los momentos más emblemáticos del Carnaval de Nueva Orleans. Lo que en Venecia son bailes privados en palacios barrocos, en la ciudad de Louisiana son desfiles al ritmo de trombones y trompetas. Aquí no es difícil imaginarse a Louis Armstrong o Billie Holiday montados sobre las carrozas que pasean por la ciudad.
Estos dos músicos aparecen en la película New Orleans de mediados del siglo pasado. Son muchas las cintas ambientadas en esta ciudad, porque si Venecia es el escenario ideal para un cuadro, Nueva Orleans lo es para una cámara de cine. Y a casi todos los directores que han grabado aquí les ha sido muy difícil no filmar en Bourbon Street. La calle de la diversión para los turistas que llegan a la ciudad.
Las carrozas del Mardi Gras
Bourbon Street y el célebre Barrio Francés rebosan gente durante el carnaval. Pero paradójicamente, una vías tan estrechas no permiten acoger a la muchedumbre que acude a los desfiles de las carrozas carnavaleras. Unas carrozas en las que los distintos krewes o agrupaciones vecinales invierten gran parte del año en su confección.
Son carrozas muy cuidadas, que siempre salen en un orden concreto y durante varios días. Porque que este carnaval comienza sus actos prácticamente el 6 de enero y se prolonga hasta su día grande y último, el Mardi Gras, el Martes de Carnaval que permite los últimos excesos antes del Miércoles de Ceniza y la Cuaresma.
Realmente hay muchos excesos durante estos días, pero también es verdad que sorprendentemente es un carnaval muy familiar. Todos acuden a los desfiles en la Avenida Saint Charles, allí se baila, se canta, se hacen barbacoas, se reciben juguetes desde las carrozas, y sobre todo se regalan los típicos collares de cuentas de cristal, convertidos en el símbolo de estos carnavales.
En fin, que todo aquel que tenga oportunidad debería darse el lujo de disfrazarse en el carnaval veneciano o bailar como un poseso en el Mardi Gras. Y traerse como recuerdo de esa experiencia una máscara de la ciudad italiana o un collar de orillas del Mississipi.