Los profesionales buscan marcar la diferencia en su lugar de trabajo, equilibrando la ambición personal con impacto social.
La sala estaba llena. Entre murmullos en varios idiomas se creaba un aire cargado de expectación. Todos esperaban con interés al visionario detrás de la marca de moda danesa GANNI, su fundador Nicolaj Reffstrup. Sin poder encontrar un asiento libre, me acomodé en un lateral de aquella pequeña sala en la Copenhagen Fashion Summit. “Estamos construyendo un avión mientras lo volamos”, soltó Nicolaj sin rodeos.
Una confesión honesta sobre la incertidumbre de hacer lo correcto en un mundo corporativo que transiciona hacia la sostenibilidad, todo sin un manual de instrucciones. Las empresas lo saben y sienten cada vez más el peso de la transformación. Con las crecientes expectativas sociales, nuevas olas de regulacion europeas y consumidores cada vez más informados sobre el medio ambiente, las empresas entienden que el panorama ha cambiado.
En Europa, la protección del planeta ha dejado de ser un concepto visionario y futurista; se ha convertido en un tema absolutamente personal. En consecuencia, no sorprende que el 76% de la nueva generación laboral, aquellos entre 20 y 29 años, considere el impacto climático de posibles empleadores como factor decisivo a la hora de buscar trabajo, según el Banco Europeo de Inversiones.
Un nuevo elemento en el tablero de juego
Una sola palabra ha hecho que presentaciones sobre la misión y visión de una empresa parezcan incompletas. Una palabra que goza de amplitud pero que sufre de escrutinio: propósito. Podríamos definirla como la influencia que una empresa ejerce sobre empleados, clientes y comunidades. Pero vale la pena profundizar.
El propósito es el motor de cambio. Implica reconocer que cada organización tiene un impacto inevitable en su entorno y explorar cómo puede convertir ese impacto en algo positivo, devolviendo valor al mundo que la acoge. Se trata de reimaginar el mundo corporativo centrado en accionistas para construir dinámica con otros grupos de interés, como empleados, comunidad, ciudades, gobierno y organizaciones sin fines de lucro.
Más allá de los números e informes meticulosos, el propósito debe guiar las operaciones diarias. Si una empresa no tiene claro qué impacto positivo busca dejar, corre el riesgo de producir a resultados negativos. Aquí es donde entra el factor humano. Las personas que conforman las organizaciones no quieren ser observadores; están empezando a pedir un papel activo en este nuevo paradigma del mundo corporativo.
Lo que buscamos de nueve a cinco de la tarde
Hace una década, el campo del desarrollo sostenible rara vez aparecía en conversaciones cotidianas. Hoy es distinto. La sociedad, especialmente las generaciones más jóvenes, no solo muestra interés en la sostenibilidad, sino que buscan involucrarse en iniciativas relacionados en sus respectivos trabajos. La noción de que todo trabajo puede ser un trabajo de impacto está ganando terreno. Independientemente del sector, la oportunidad de contribuir positivamente durante la jornada laboral es más tangible que nunca.
El abanico de oportunidades es extenso. Desde proyectos centrados en restaurar la biodiversidad hasta iniciativas de educación climática. He visto cómo nacen clubs de sostenibilidad en oficinas, donde se comparten experiencias y aprendizajes. Grandes marcas como Prada han lanzado programas internos como “SEA BEYOND”, una iniciativa para educar sobre la importancia de los océanos. En Pandora, los equipos reconectan con la naturaleza en actividades de integración nadando en los canales de Copenhague. Patagonia, con su plataforma “Patagonia Action Works”, conecta a grupos medioambientales con recursos y apoyo, permitiendo que sus equipos participen activamente en esfuerzos de conservación.
Necesitamos empresas que digan: «No tenemos todas las herramientas, pero estamos en camino de encontrarlas.» Y aquí está el secreto: cuando las organizaciones comprenden esto, no solo establecerán una conexión auténtica con sus empleados, sino que también atraerán y retendrán mejor talento. Hoy se busca más que un salario; queremos sentir que nuestro tiempo y esfuerzo importan, que contribuimos a un propósito mayor. Una perfecta sintonía entre aspiración profesional y contribución social. A medida que regresamos a la oficina, ahora es el momento perfecto para preguntarnos: ¿Y por aquí, qué podemos hacer para marcar la diferencia?