Hace tan solo unos días Tom Ford compraba la antigua casa de Halston en Nueva York, el diseñador fetiche del Manhattan de los 70. Si sus paredes hablaran, hablarían de talento, fiestas, celebridades y sórdidos secretos.
El inmueble, construido en 1961, es uno de los trabajos más icónicos de Paul Rudolf. El arquitecto fue uno de los más aclamados durante los años 60, pero después su reputación se estancó. El 101 E. 63rd St. es una de las tres casas de Rudolf que te encontrarás paseando por Manhattan, aunque esta en especial no es tan conocida por su creador sino por su célebre morador.
Halston: una vida de éxito, lujo y excesos
Halston nació en Iowa en 1932 pero en 1957 ya estaba entrando a Nueva York por la puerta grande. Su amigo, el productor Lester Persky, decía que “Halston y Nueva York se gustaron el primer día, porque él era la quinta esencia de lo americano; aquel larguirucho descubriendo todo lo que la gran ciudad podía ofrecerle”.
En aquel momento diseñaba sombreros y con bastante éxito, aunque si por algo es conocido es porque en 1960 diseñó el pillbox que la futura primera dama, Jacqueline Kennedy, llevó en la ceremonia inaugural de la presidencia de su marido. Ese pequeño sombrerito lanzó su carrera a lo más alto y se convirtió en todo un hito de la historia de la moda.
Desde ese momento el nombre de Halston se asoció al éxito, al glamour y a las celebrities más famosas del momento. Liza Minnelli, Elizabeth Taylor o Bianca Jagger fueron algunas de sus clientas habituales. Incluso Andy Warhol denominó a sus desfiles como “la forma de arte de los 70”.
Sus creaciones pret-à-porter se convirtieron en dress code obligado de la vida nocturna neoyorquina, especialmente para los asistentes de Studio 54, entre los que se incluía el propio Halston. El talento y la efervescencia de finales de los 70 se concentraba alrededor del diseñador y se daba cita en la célebre discoteca neoyorquina o en su propia casa.
La antigua casa de Halston en Nueva York: pieza arquitectónica e histórica
Una casa que el legendario diseñador compró en 1974 como el sitio perfecto para sus fiestas. Cuatro pisos, 700 metros cuadrados, techos de doble altura de casi 10 metros en una sala de estar inmensa y una terraza en la azotea de 150 metros cuadrados: el escenario perfecto para las celebraciones más locas. Localizada en el Upper East Side de Manhattan, tiene cuatro habitaciones, 5 baños, ascensor, garaje y, quizás lo más peculiar, un invernadero de tres pisos lleno de bambú. El exterior es de estilo brutalista, el preferido de Rudolf para la mayor parte de sus proyectos.
De esa época se cuentan muchas cosas. Dicen que uno de los eventos más famosos de la decadente historia de Studio 54 fue la fiesta de cumpleaños de que Halston ofreció para Bianca Jagger en 1977. Cuentan también que las fiestas nunca acababan a la hora del cierre del local sino que seguían en la casa de Manhattan del propio Halston. “Ir a su casa con todas las estrellas de cine pasando el rato en los sofás grises era muy privado y glamuroso” recordó la icónica modelo Pat Cleveland a The Post. “Siempre había música sonando, velas Rigaud encendidas y orquídeas por todas partes”.
Con su éxito nació también su personaje y su máxima ambición: “vestir a todas las mujeres de Estados Unidos”. Se presentaba diciendo: “llámeme sencillamente Halston” y vestía siempre los mismos uniformes: cuello vuelto, blazer y pantalón para el día y esmoquin con bufanda de seda blanca para la noche. Las gafas de sol nunca lo abandonaban.
Halston es historia de la moda
Fiestas, excesos, lujo y talento, mucho talento. Y es que la aportación del diseñador a la historia de la moda es indiscutible. Halston le quitó la vergüenza a la moda estadounidense y le añadió a su espíritu práctico y deportivo el refinamiento que se solía asociar con Europa. En definitiva, creó el estilo de la mujer americana de la segunda mitad del s. XX. Diseños para todo el día y cualquier ocasión, para la oficina y para la vida social, elegantes pero cómodos, sexys pero funcionales. Redefinió el concepto de la elegancia, una elegancia sexy que hasta entonces parecía estar vedada en la moda estadounidense.
Halston murió en 1990 y su casa, y su imperio, han pasado desde entonces por distintas manos. Sin embargo, su legado permanece en la memoria de muchos amantes de la moda, entre ellos, Tom Ford. Tan solo 5 años después de la muerte de Halston, el diseñador revitalizaría Gucci con una colección de otoño-invierno memorable que bebía de la influencia de Halston. Ahora, ha adquirido su casa de Nueva York por 18 millones de dólares. Una casa que no es solo una pieza arquitectónica inusual sino que forma parte de la historia de una época de lujo, glamour y moda.