No todas las flores nacen para marchitarse. Algunas, como las Rosas Eternas de Omotesandō Plants, están hechas para quedarse, para habitar el tiempo sin prisa.
En Sant Jordi, la propuesta de Omotesandō Plants transforma el gesto clásico de regalar una flor en una experiencia duradera y artesanal. Flores naturales preservadas bajo una cúpula de cristal, sin agua ni mantenimiento seguido.
El viaje de Omotesandō Plants
La esencia del proyecto nació lejos de Barcelona, en las calles de Nakameguro, un barrio de Tokio donde Joan Català descubrió, en 2018, una pequeña tienda que ofrecía kokedamas: plantas flotantes y sin maceta, que mantenían su encanto con elegancia. De vuelta a casa, Joan no pudo sacarse esa belleza de la cabeza, y así nació Omotesandō Plants, un taller botánico que lleva el nombre de otro rincón de Japón. Además, desde el taller trabajan de manera consciente, sin plásticos, con materiales reciclables y un respeto por el medio ambiente.

La flor eterna Garden Rose. Crédito editorial: Omotesandō Plants.
El próximo 23 de abril, la firma desplegará su parada floral en la Rambla Catalunya, una cita esperada que este año se convierte en un jardín efímero lleno de color y juego. Inspirado en las ferias populares, Omotesandō plantea una experiencia interactiva: una rueda giratoria con globos que los visitantes podrán hacer estallar lanzando un dardo. Quien acierte, recibirá como premio una rosa de globo hecha a mano.
El arte de lo eterno
Las Rosas Eternas reinventan la clásica flor de Sant Jordi. ¿Qué retos os encontrasteis al adaptar una flor tan simbólica como la rosa a un formato como el kokedama?
Vimos que la rosa típica de Sant Jordi es una flor que dura un día o dos, y estas son eternas. Creo que en un día en el que se celebra el amor es precioso regalar una rosa que no muera a los pocos días, sino que dure para siempre.
Podríamos decir que estas rosas pueden ir creciendo como nuestro amor. – comenta Català.
Muchas de las dedicatorias de nuestros clientes van en esa línea: una flor eterna como nuestro amor. Por eso, pensamos que sería interesante crear un modelo así. En cuanto a los retos, tienen una elaboración más artesanal que una rosa normal. El kokedama es una técnica japonesa, y la vamos adaptando.
Este año habéis apostado por una puesta en escena interactiva, con juegos y globos en La Rambla. ¿Qué buscáis provocar en quienes se acercan?
Nosotros siempre buscamos marcar la diferencia. Es un día súper especial para nosotros, de los más importantes del año, y muy bonito en Cataluña. Con nuestras acciones, queremos darle la importancia que creemos que merece.

La instalación del 2024 durante el día de Sant Jordi. Crédito editorial: Omotesandō Plants.
Por eso, queremos formar parte de esta fiesta, y creando composiciones como estas mucha gente nos conoce o se pasa por la pop-up para descubrirnos. En cuanto al juego, el año pasado hicimos la máquina de rosas, y vimos que este tipo de actividades gusta muchísimo a la gente.
Omotesandō trabaja por el respeto al medioambiente, desde los materiales hasta el packaging. ¿Crees que los consumidores valoran cada vez más esta conciencia ecológica?
Sí, creo que la gente, cada vez más, valora que su compra tenga un impacto ecológico. Al menos yo lo hago. Por eso, intentamos tener mucho respeto por la naturaleza, contaminar lo menos posible, utilizar materiales reciclables y trabajar para que nuestra producción tenga el menor impacto.
¿Cómo equilibras el diseño, la naturaleza y el compromiso ético en cada pieza?
Yo creo que, más que equilibrarlo, es tenerlo todo en cuenta. Al final, el compromiso ético está en la manera de hacer las cosas. Elaboramos las plantas de forma artesanal e intentamos que no haya contaminación en ninguno de los procesos.

De izq. a drch.: Bodo Rose y Rose Mini. Crédito editorial: Omotesandō Plants.
Para el diseño natural lo que hacemos es combinar, usamos elementos naturales como el musgo, la planta, el hilo, los combinamos y creamos un nuevo diseño natural. Yo diría que es un 50-50 entre diseño y naturaleza, y tanto uno como otro son compatibles.
Siempre lo decimos: debemos tratar las plantas como una pieza de diseño, como si fueran una joya. – explica Joan Català.
Tu viaje a Japón en 2018 marcó un antes y un después. ¿Qué fue exactamente lo que te fascinó de aquella tienda en Nakameguro y de las kokedamas?
Lo que me fascinó del viaje a Japón fue ver la maceta de musgo, y descubrir cómo se podía hacer arte con una planta o con un trozo de naturaleza. Eso fue lo que realmente me atrapó.
Yo pensaba que todas las plantas eran normales, que una planta simplemente lo era dentro de una maceta. Vi que se podían hacer creaciones excepcionales y trabajar con ellas de forma artesanal. Eso fue lo que me hizo entrar en este mundo y me llevó a descubrir esta pasión, tanto por las plantas como por las kokedamas, los terrarios y, en concreto, por las rosas eternas.

La rosa eterna Red Garden colocada en un tarrito de cristal. Crédito editorial: Omotesandō Plants.
Fue ver cómo a una planta se le podía añadir este elemento de artesanía y convertirla en una nueva pieza de diseño. Y es lo que siempre decimos: tratar las plantas como una pieza de diseño, como si fueran una joya.
¿Cómo fue el proceso de aprender a hacer kokedamas desde cero? ¿Fue de manera autodidacta, talleres, experimental?
Cuando conocí la técnica en Japón la traje a Barcelona y fui muy autodidacta. Revisé algunos tutoriales, hice un curso, pero fue aprender a base de prueba y error. En el Mercat de la Flor elegí las plantas que más me gustaban y probé de emplear la técnica. Al principio ponía mucho hilo, ahora ponemos mucho menos y queda mucho más atractivo visualmente. Hemos ido perfeccionando poco a poco.