Writer MONTSE CHINCHILLA
No es por casualidad que las propietarias Natalia y Diana apostaran por situar este hotel innovador y minimalista en un entorno tan inhóspito como espectacular, en las puertas del desierto de las Bardenas Reales (Navarra), un lugar mágico y actualmente declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO.
La inmensidad del desierto nos provoca una irrechazable invitación a la inspiración y el bienestar.
Los arquitectos Mónica Rivera y Emiliano López plasmaron algo inusual y totalmente integrado en el entorno. Tampoco son casuales los 27 premios que tiene Aire Bardenas por su arquitectura y diseño, que vinieron de publicaciones en todo el mundo: Londres, Madrid, Nueva York, Tokio, Medellín, Miami, Barcelona, Varsovia…
Después de conducir por un camino de tierra, te encuentras con una especie de “palets” de madera. ¿Será esto el hotel? Parece que sí. En su interior, unos cubos blancos y mucha luz. Estos cubos de metal albergan 22 habitaciones y las zonas comunes que se organizan alrededor de un patio en el que los árboles te protegen del fuerte sol. Un huerto y una piscina completan el complejo.
Puedes elegir entre habitaciones con excelentes vistas hasta campos de trigo que rodean el hotel o habitaciones que disponen de un patio interior con o sin bañera externa. En todas ellas la intimidad es absoluta y predomina el color blanco.
El restaurante propone manjares de la tierra. Se recomienda el menú a base de verduras recogidas en el propio huerto: alcachofas, espárragos, “cogollicos”, tomate, pochas…
Alrededor del hotel hay un mundo por descubrir y disfrutar para todo tipo de visitantes:
Se encuentra a 5 km del Parque Natural de Bardenas Reales y a media hora del Parque natural del Moncayo que con 2.316 m de altitud domina la llanura del Valle del Ebro, ideal para los amantes del senderismo.
Los más aventureros pueden escoger entre paseos a caballo, excursión en 4×4 por las Bardenas Reales, el desierto en Segway y canoa por el Ebro.
El hotel concierta visitas guiadas a las bodegas del Marqués de Montecierzo y al trujal de aceite de Artajo. Otra opción interesante es realizar la ruta de los monasterios (La Oliva, Fitero, Tulebras). El Císter navarro en toda su pureza.
Para los que quieran conocer Tudela, se organiza una ruta cultural y sesiones de cata de vinos en el casco antiguo.
Y podemos poner un punto final con un masaje relajante.
Como veis, no se trata de un hotel convencional, ellos mismos lo definen como diferente y para gente también diferente. Es una estancia que discurre entre el diseño y el encanto de lo alternativo.