Entrevistamos a Leandro Cano, el diseñador jienense que recientemente ha ganado el Premio de la Academia de la Moda en la categoría de ‘Sostenibilidad, Innovación y Altas Artesanías aplicadas a la Moda’.
Tu madre, abuela y hermana han marcado tu infancia y la marca Leandro Cano. Cuéntanos un poco sobre ese vínculo.
Desde pequeño he estado rodeado de estas mujeres: mi abuela y su mundo de amigas. De alguna manera, es lo que me ha hecho amar la artesanía como la amo hoy en día. No es una cosa que haga porque ahora sea tendencia, sino que para mí en concreto era una forma de vida y mi día a día. Con ellas aprendí a coser, hacer punto de cruz, macramé, bordado, crochet…
Era un niño homosexual en un pueblo de 300 habitantes rodeado de mujeres. Y ellas son quienes me enseñaron a ser lo que soy, además de todo ese mundo de técnicas, formas y riqueza cultural que tenían. Por aquel entonces lo usaban para el ajuar de las casaderas, y yo estaba rodeado de todas ellas. De ahí viene mi amor por ellas y la artesanía.
Hablando de punto, restos de bordados y otros retales, lo cierto es que siempre están presentes en la forma de trabajar todas tus colecciones. ¿Podríamos decir que son para ti un punto de partida?
Yo creo que sin duda sí es el punto de partida, porque hoy en día no concibo una colección si no es con artesanía. Por lo tanto la base de la marca es la artesanía, que para mí fue y sigue siendo el nuevo lujo. De ahí derivan todas las colecciones. Es el germen de la marca y de cada colección.
Desde pequeño he estado rodeado de estas mujeres: mi abuela y su mundo de amigas. De alguna manera, es lo que me ha hecho amar la artesanía como la amo hoy en día.
¿Qué crees que tiene que tener una prenda para que la consideremos artesana?
Al final la artesanía es Patrimonio Cultural. Llevar la cultura puesta es lo más difícil, y con la artesanía lo conseguimos. Te da personalidad, caracterización y algo que no te da una prenda que no sea artesana.
La artesanía es arte y sano; estamos hablando de que hay mucho tiempo detrás de esa prenda, y al final se respira la energía que hay puesta en esa prenda. Las prendas hablan solas, porque son muchas manos las que las han manoseado para llegar a donde están.
¿Crees que artesanía y sostenibilidad son lo mismo y que una depende de la otra?
Yo no creo que una dependa de la otra, pero sí creo que están muy hermanadas. Obviamente la artesanía va por un mundo que siempre ha estado, y la sostenibilidad tenemos la obligación de lucharla y trabajarla. Una siempre ha estado y la otra la hemos tenido que imponer debido a la mala gestión que hemos hecho las personas de los recursos y el planeta. Por lo tanto, van de la mano pero no tienen nada que ver.
¿Tenéis alguna práctica que aborde la sostenibilidad en vuestra forma de trabajar?
Sí. La sostenibilidad es algo que deberíamos poner en práctica todos los diseñadores en cuanto a reutilización de materiales, upcycling… Nosotros llevamos haciendo upcycling desde que empezamos por un tema de presupuesto. Somos sostenibles desde el principio por eso, porque somos una marca muy pequeña en la cual tenemos que ir adaptándonos mucho a lo que hay.
Por lo que sí apostamos mucho es por la sostenibilidad social y medioambiental. En cuanto a la social, le damos una segunda vida a esa asociación de mujeres mayores con las que trabajamos y quienes llevan a cabo todas estas técnicas artesanales en las prendas. Ellas siempre están acostumbradas a hacer ajuares para casaderas, y que eso lleve a ser una prenda ponible para la calle y una pieza de arte. Sumado a eso, que se les pague por su trabajo es muy gratificante para ellas: al final de su etapa, reconocerles que su labor no solo servía para estar vistiendo camas sino que hoy en día están haciendo muchísimas otras cosas. Para nosotros esa sostenibilidad social es básica y es la que nos mueve.
Le damos una segunda vida a esa asociación de mujeres mayores con las que trabajamos. Al final de su etapa, reconocerles que su labor no solo servía para estar vistiendo camas. Para nosotros esa sostenibilidad social es básica y es la que nos mueve.
En cuanto a la sostenibilidad medioambiental, es lo que más nos rige y en lo que estamos trabajando orgánicamente desde el principio porque venimos de un pueblo de 300 habitantes ubicado en el sur, en la España despoblada. Al final es algo natural: no es que nosotros hayamos forzado absolutamente nada; seguimos haciendo las cosas que hacíamos desde el principio, pero hoy en día el mundo se ha dado cuenta de que es la manera más sostenible de vivir.
¿Esas mujeres son de tu pueblo natal?
Sí, la mayoría son de ese pueblo, y algunas de un pueblo de al lado. Son las mujeres que me han criado a mí: eran las amigas de mi abuela y se reunían en torno al patio de mi abuela. Cuando mi abuela falleció, ellas desaparecieron, y entonces yo decidí que debía mantener esa casa viva. La única forma de hacerlo era consiguiendo que ellas volvieran, y ellas volverían si yo creaba algo. No están ahí a diario, pero cuando se reúnen se reúnen allí. De alguna manera, le estoy intentando dar esa vida que por desgracia no tenemos en los pueblos y que ellas necesitan. Abrí la casa de mi abuela y es como si ella volviera a estar viva.
Por desgracia, cada vez quedan menos de esas mujeres. Desde el 2010 he tenido la obsesión por recuperar todo este tipo de técnicas, que no se pierdan y que la artesanía tenga un valor. Llevamos trabajando con la artesanía desde el 2010, cuando la gente veía que hacíamos jerseys de crochet y se echaban las manos a la cabeza pensando que era una cosa cateta y antigua.
Para mí la artesanía ha sido mi caballo ganador y he apostado por él desde el principio siendo un caballo pequeño. Hoy en día, es un caballo inmenso y de batalla que me ha demostrado que aposté muy bien por él.
¿Con qué materiales soléis trabajar?
Hemos hecho porcelana, cerámica, esparto… Hay técnicas que por naturaleza de moda o de técnicas de estilo son las más típicas, como puede ser un bordado, un crochet, un punto de cruz… Pero también usamos muchas otras técnicas.
¿Conocéis los procesos de cada uno de los materiales? Por ejemplo, si son fibras que proceden del mar, o si la lana proviene de ovejas en pastoreo…
Sí, para nosotros es básico. Es algo que aprendimos desde el principio. Como fiel amante de Andalucía, España y del mundo por este orden, voy trabajando en esa escala. Por ejemplo, el cuero lo trabajo mucho con Ubrique y me gusta que las pieles sean españolas. Si en España no hay algún tipo de material concreto podemos ir a Europa, pero prefiero no salir de Europa para producir porque creo mucho en el producto de proximidad. Pienso que tenemos que volver a trabajar los unos con los otros y en ese hermanamiento de zona.
Para mí la artesanía ha sido mi caballo ganador y he apostado por él desde el principio siendo un caballo pequeño.
¿Hacia dónde crees que debe dirigirse la moda sostenible o artesana?
Lo primero que hay que hacer es educar al consumidor a consumir concienzudamente y no de esta manera que tenemos de hacerlo de forma compulsiva. Hasta que no decida que no compra, las marcas seguirán produciendo.
Como formador, doy clase en varios sitios y esta es mi labor también: educar al consumidor a la idea de “menos y más calidad”.
Por lo tanto, respondiendo a tu pregunta, te diría que volviendo a los orígenes. Antiguamente la gente no tenía quince trajes de chaqueta, sino dos que eran impecables y se los arreglaban. En el caso de las mujeres, tenían diez vestidos e iban alternándolos. Les duraban toda la vida y se los quedaban sus hijas y posteriormente sus nietas. Con sus nietas pasaban a ser una obra de arte, y eso es para mí lo interesante de la moda y la sostenibilidad. Y hacia dónde debemos dirigirnos.
Para mí la artesanía es el nuevo lujo: no pasa de moda, es personalizado y qué hay más de lujo que algo exclusivo para ti. Es el nuevo lujo y lo que debe quedarse, pero hay que tener mucho cuidado con no quemar la palabra artesanía. Tenemos que conseguir que no pase de moda, y yo me siento en la obligación de hacerlo, pero no solo depende de mí.