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Hablamos con él sobre cómo ha cambiado la forma de viajar y qué experiencias predominarán en el 2025, entre otros temas.

La forma de viajar ha cambiado mucho en las últimas décadas, desde la manera de hacer las reservas hasta el tipo de experiencias que buscamos los usuarios. Con cada generación, la forma de entender los viajes ha sido distinta: mientras que los nacidos entre los 60 y 70 buscaban el relax, la comodidad, el disfrute con la familia y la visita de lugares cercanos e icónicos mediante tours guiados, los millennial quieren conocer nuevas culturas, destinos lejanos poco explorados y vivir experiencias únicas. Sin embargo, en los últimos años ha habido un cierto regreso a esa búsqueda de la tranquilidad y el reposo en lugares bellos y cómodos. Hablamos sobre todo ello con Francesc Escánez, CEO de la agencia de viajes Atlantida Travel.

¿Cuáles serán las experiencias más demandadas para este 2025?

Quizás podamos decir que lo serán las experiencias multisensoriales, personalizadas y ligadas a la naturaleza. Por ejemplo, en Japón ya están ganando popularidad los bosques terapéuticos para practicar shinrin-yoku (baños de bosque), que combinan bienestar físico y mental con ecología. Además, los viajeros buscan interactuar con culturas locales de forma auténtica: una tendencia emergente son las estancias “shadowing” en Uganda, donde los visitantes pueden pasar días con comunidades locales aprendiendo sus oficios.

Paisaje en Eslovenia. Crédito editorial: Atlantida Travel.

¿Qué países tendrán más éxito en este nuevo año?

Además de los destinos clásicos de altísima demanda, una vez más Japón, seguramente destacarán países que han sabido diversificar su oferta y apostar por el turismo regenerativo, como Eslovenia, que no solo promociona actividades al aire libre como el ciclismo en los Alpes Julianos, sino que además está implementando un programa de “huellas de carbono positivas”, donde los turistas contribuyen a reforestaciones locales. Otro ejemplo sería Colombia, que se posiciona como líder en turismo experiencial gracias a regiones como el Amazonas o las haciendas del Eje Cafetero, pero también ciudades que están experimentando un auténtico renacimiento cultural, como Medellín.

«Los viajeros buscan interactuar con culturas locales de forma auténtica».

¿Qué cambio de tendencias experimentaremos?

El turismo va evolucionando sin prisa, pero sin pausa hacia un concepto de “turismo de propósito”: los viajes no serán solo por ocio, sino también por aprendizaje, autoexploración o conexión social. Un cambio notable es el auge del “workation” combinado con voluntariado: muchos jóvenes profesionales optan por destinos exóticos para trabajar en remoto mientras participan en proyectos de impacto social, como la restauración de arrecifes en Indonesia, o la reinserción social de los aborígenes en Australia. Obviamente, una condición sine qua non es la conexión permanente con wifi de alta calidad.

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Paisaje en Japón. Crédito editorial: Atlantida Travel.

¿Qué se busca en los viajes de lujo? ¿Predomina el destino o el tipo de experiencia?

El lujo se redefine como exclusividad emocional y sostenibilidad. Ya no importa tanto el destino, sino el acceso a experiencias únicas, como cenar en un glaciar en Islandia con chefs locales o realizar safaris éticos en Botswana, donde las tasas de los viajeros se destinan a conservar las especies. Un buen ejemplo son los resorts ecológicos, donde el lujo radica en la posibilidad de disfrutar de sus instalaciones y su entorno, mientras se ayuda a preservar la biodiversidad.

«Seguramente destacarán países que han sabido diversificar su oferta y apostar por el turismo regenerativo, como Eslovenia».

¿Existe un mayor interés en tener impacto positivo en la sociedad?

Desde luego que sí, y esto se refleja en el aumento del así llamado turismo regenerativo: los viajeros ya no solo buscan no dañar el entorno, sino dejarlo mejor de lo que estaba. Por ejemplo, en Costa Rica, los programas de turismo agrícola permiten a los visitantes colaborar con pequeños agricultores para reintroducir cultivos autóctonos. Esta tendencia también se observa en eventos como los retreats educativos en zonas rurales de España, donde las ganancias financian la revitalización de pueblos en riesgo de despoblación de esa España que llamamos vaciada.

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Niños en Uganda. Crédito editorial: Atlantida Travel.

¿Hay concienciación en temas de sostenibilidad por parte de los usuarios?

Por supuesto. Cada día más viajeros eligen opciones sostenibles, pero buscan transparencia: el 60 % de los millennials exige ver datos claros de huella ambiental antes de reservar. Ejemplo real: en Noruega, los operadores turísticos están incluyendo el transporte público como parte de las experiencias, o rutas panorámicas en trenes eléctricos, en Bergen y alrededores. Sin embargo, sigue existiendo un reto con los costos, ya que las opciones sostenibles son percibidas como más caras, y en muchas ocasiones así es.

¿A qué retos os enfrentáis desde el sector del turismo?

Tenemos a las puertas dos grandes retos: uno es la hiperpersonalización a gran escala, es decir, cumplir con las expectativas individuales en un mercado globalizado, donde además la falta de infraestructura digital en muchos destinos rurales limita el desarrollo del turismo sostenible. El segundo reto, muy importante también, es la falta de relevo generacional, que por desgracia compartimos con muchos otros sectores.

Helena Moreno

Periodista cultural de Barcelona. He colaborado en medios como El País y Exit Media. Me interesa el arte, el diseño, la gastronomía y descubrir lugares singulares; entre ellos hoteles.