En un mundo dominado por comodidades instantáneas, existen visionarios creando una nueva manera de vivir. Una realidad emergente donde lo exclusivo se fusiona con la esencia de la sostenibilidad, redefiniendo el concepto del lujo.
Recuerdo esa mañana revisando armarios junto a ella. Estaba decidida a crear más espacio, a organizar mejor sus pertenencias. Con una dulce nostalgia en su mirada, seleccionaba cuidadosamente qué objetos conservar. Fue así cómo me di cuenta de que cada pieza representaba una parte de su historia. Cada objeto que tocaba era un viaje al pasado.
Ese día, mi abuela me regaló unos collares, un bolso pequeño y un cinturón beige bordado de flores de su juventud. Ahora, sus piezas viven conmigo y en ocasiones especiales las visto como un tributo a la eterna sofisticación de Elba Blanca. Una elegancia que hasta el día de hoy sigue intacta y que quedará grabada para siempre en mi memoria.
Entre anécdotas y risas, le hablé sobre mi próximo viaje a Marruecos y ella apenas podía creerlo. No lo había organizado una agencia de viajes, ni pretendía comprar un mapa para guiarme por la ciudad. Un desconocido me recogería en el aeropuerto y me llevaría al hotel que yo había elegido basándome en opiniones de personas que tampoco conocía.
Nuestra querida sociedad moderna
Realmente entiendo su sorpresa. Vivimos en una sociedad de comodidades instantáneas, donde cualquier necesidad, deseo o viaje está al alcance de unos pocos toques en la pantalla del móvil. Esperar la confección de atuendos a medida, sintonizar puntualmente el televisor para la emisión de un programa, reparar personalmente una avería en casa, o fermentar tu propio pan en la cocina, son prácticas que generalmente pertenecen al pasado.
Según la generación a la que pertenezca uno, esto puede ser nostálgico o terreno desconocido. De cualquier manera, podemos coincidir que vivimos sumergidos en un mundo de ultras: ultra-comodidad, ultra-conectividad, ultra-consumismo, ultra-rapidez, ultra-información, ultra-productividad. Hay quienes, sin embargo, reman contra corriente aferrándose a las viejas costumbres, esas que recuerda mi abuela.
La sostenibilidad está forjando una nueva sociedad
Hay un término que se escucha con frecuencia en el campo de la sostenibilidad: “ser un futurista”. No se trata de ser fanático de la ciencia ficción ni de buscar lecturas de tarot. Ser futurista implica poseer la capacidad de imaginar un mundo mejor y comprometerse a trabajar activamente para hacerlo realidad.
La sostenibilidad es un deporte de visionarios que están diseñando una nueva sociedad guiada por desafíos comunes. Más que un deporte, quizás podríamos decir unas olimpiadas, en las que el resultado sigue siendo incierto en cuanto a quién aportará la mejor técnica o logrará los mejores resultados.
En búsqueda de un lujo sostenible
Lujo y sostenibilidad no son dos elementos que se asocien regularmente. De hecho, es fácil considerar que el lujo sostenible es un oxímoron. Vuelos privados, materiales escasos, y el uso desmedido de recursos para beneficio individual son ejemplos claros de por qué resulta difícil relacionar esta industria con la sostenibilidad. Afortunadamente, hay una nueva tendencia emergiendo: el lujo de las sensaciones en lugar de la abundancia.
Una búsqueda de experiencias que brinden bienestar físico y mental, manteniendo la exclusividad que define esta industria. Los consumidores buscan vivencias que les permitan desconectar de sus rutinas diarias y transportarse a un oasis de emociones. Todo esto con el compromiso de no perjudicar a medio ambiente y su biodiversidad.
Visionarios, creadores y oportunidades emergentes
Bajo esta premisa, están surgiendo nuevas formas de disfrutar y experimentar el lujo. La oferta sigue siendo limitada pero cada vez más visible: experiencias sanadoras, comercios de piezas vintage, gastronomía gourmet a partir de métodos ancestrales y turismo regenerativo. Ahora, el lujo busca bienestar y legacía, alejándose del mundo de los ultras y adoptando prácticas más conscientes.
Esto lo personifican visionarios como la diseñadora Gabriella Hearst, quién desafía la moda efímera con piezas confeccionadas de manera sostenible, destinadas a perdurar en el tiempo y transmitir emociones entre generaciones. Asimismo, la marca Amaud propone honrar el pasado mediante el rediseño de kimonos vintage recuperados en Tokio, otorgándoles una segunda vida.
En el ámbito del turismo, la cadena hotelera Belmond revive el lujo de viajar por tierra en lugar de avión, evocando la época dorada del Oriente Express. Por otro lado, Vestiaire Collective se establece en la opción preferida para quienes desean comprar y vender piezas de diseñador de segunda mano con garantía. Para los amantes del interiorismo, Vinterior demuestra cómo el paso del tiempo embellece mobiliario con un encanto único, convirtiendo la adquisición de piezas vintage en un símbolo de estatus donde la historia supera la novedad.
Un nuevo lujo con tintes del pasado
Esta incipiente corriente apenas comienza a florecer, pero ya revela la promesa de un lujo sostenible que nos reconecta con prácticas tradicionales. Seguiremos buscando lo aspiracional, lo selecto y la calidad suprema, a la vez que incorporamos nuevos aspectos como el bienestar personal y del entorno, todo ello honrando la longevidad y la historia de cada elemento. Y así, poder revivir emociones con cada pieza, prenda, cuadro o mueble que acompaña nuestras vidas. Espero algún día imitar lo que hizo mi abuela: regalarme un pedazo de su historia y permitir que con ello comience la mía.