Con Così Fan Tutte, el artista italiano Riccardo Nannini a.k.a Cane, ha llevado sus cuadros coloristas, imaginativos y de una sensibilidad deliciosamente marciana a galería La Plataforma en el distrito creativo de Barcelona: Poblenou
En la obra de Cane abundan los alienígenas. Están ahí, como intrusos impávidos en situaciones cotidianas, paseando a mascotas incluso más extrañas que ellos mismos, aireando su intimidad en las redes, participando en manifestaciones solitarias en la vía pública en las que exhiben pancartas absurdas.
El artista italiano de 40 años ve en ellos “a ese otro, radicalmente distinto, que convive con nosotros y nos recuerda con su presencia lo extraño que resulta todo, empezando por lo que en apariencia es más normal, y también lo poco homogéneo que por suerte es el mundo en que vivimos”. Él mismo se siente un poco alienígena, aunque solo sea porque proyecta sobre la realidad una mirada francamente periférica, rebosante de humor, imaginación y una ternura agridulce.
Così Fan Tutte
Estos días, el artista Riccardo Nannini, más conocido como Cane (“perro”, en italiano, porque hay algo de sutilmente perruno en su obra y en su actitud hacia la vida) presenta su exposición Così Fan Tutte en La Plataforma, galería de arte contemporáneo que Claudia Costa dirige en el distrito creativo de Barcelona: Poblenou. Se trata del trabajo más reciente del artista “más centradao en el presente inmediato”, según nos cuenta el propio Nannini. Una docena de cuadros de diferentes formatos con un hilo conductor: “el narcisismo, el individualismo y los comportamientos compulsivos y adictivos característicos de nuestra sociedad y que se hacen aún más evidentes en las redes sociales”.
Para Cane, los algoritmos introducidos por redes como Facebook o Twitter a partir de 2015 transformaron sin remedio el universo en que vivimos. Hoy estamos inmersos en una realidad “más crispada, más fragmentada, consumidos por el sectarismo ideológico, incapaces de ponernos de acuerdo en casi nada porque cada vez nos resulta más difícil mirar más allá de nuestros propios ombligos”. Esta visión un tanto descarnada de la realidad contemporánea se canaliza a través de una serie de estampas impregnadas de surrealismo pop, deudoras, según el propio Cane, “de la escena lowbrow californiana de los años 80”, que es una de las principales fuentes de inspiración de su trabajo. Su arte es amable, accesible y luminoso, con una vivacidad y colores que seducen a la retina, pero con una profundidad que apunta directa al cerebro.
Todos los caminos llevan al arte
Cane llegó al arte siguiendo un itinerario un tanto tortuoso. Se recuerda dibujando a edad muy temprana, siguiendo con curiosidad los progresos en la pintura de su abuelo (“que empezó a pintar por gusto después de jubilarse”) o acudiendo a una exposición de Gauguin de la mano de su madre, aunque el primer enamoramiento le llegó leyendo los cómics del maestro italiano Benito Jacovitti. Sin embargo, al llegar a la edad adulta, influido por la inclinación a las profesiones técnicas que predominaban en su familia, optó por estudiar Ingeniería. De allí pasó al Diseño Industrial y al de Moda, asomándose también a la escena de arte urbano de Milán de primeros de siglo.
“Siempre he tenido una inclinación artística muy marcada, pero tardé mucho tiempo en encontrar mi manera personal de canalizarla. Probé el cómic y el grafiti, tuve un primer proyecto de madurez que intentaba mezclar fotografía y otras artes plásticas…”.
Al final, encontró su actual camino en Barcelona, ciudad a la que llegó en 2009. El proyecto Cane nació cinco años después, hijo de las circunstancias y de los estímulos que encontró en su ciudad de adopción. Pintor autodidacta, Nannini considera que siempre tuvo las ideas, pero que ha necesitado tiempo y esfuerzo para desarrollar las habilidades técnicas que le han permitido expresarlas de manera adecuada:
“Yo me sentía cercano al surrealismo pop de artistas de la escena de Barcelona como Sergio Mora o Joan Cornellà, pero era consciente de que ellos tenían una formación de la que yo carecía. Así que busqué mi propio camino, más conceptual y caricaturesco, hasta que pude dotarme de los recursos expresivos necesarios y consolidar mi estilo”.
Sísifo y su influencia en Cane
Un elemento recurrente en su obra ha sido, casi desde el principio, el mito de Sísifo. Así lo comenta él mismo:
“Para mí, es una perfecta metáfora de lo absurdas que resultan nuestras vidas. Nos obstinamos en subir una y otra vez la piedra a lo alto de la colina para dejarla caer a continuación y empezar de nuevo. Esto me obsesiona y, al mismo tiempo, me sirve para relativizar las cosas y tomarme la vida con humor y un punto de distancia escéptica”
Su nombre artístico, Cane, es un homenaje al filósofo griego Diógenes de Sinope, maestro en el arte de vivir con una alegría reflexiva y sin expectativas. “La actitud de Diógenes la encuentro también en el street art, la cultura popular de la Costa Oeste de los Estados Unidos, el grunge… Incluso en el punk, con su cinismo y su nihilismo” comenta el artista.
Son tradiciones de las que se siente heredero y que conviven en feliz promiscuidad en una de sus obras más ambiciosas, exhibida en La Plataforma. Se trata de Purple vs Yellow. No Matter the Reason of the Fight, un cuadro de grandes dimensiones que recuerda a los retablos costumbristas de la cultura flamenca:
“Me inspiré en varios grabados que mostraban la batalla de Antietam, un enfrentamiento clave y el más sangriento, de la Guerra de Secesión de los Estados Unidos. Representa a varios grupos de personajes combatiendo entre sí, pero también confraternizando, bailando o jugando a ajedrez”
Una obra coral que reduce la guerra a una serie de rencillas microscópicas y pueriles, imbuidas, una vez más, del absurdo cotidiano. Y que muestra de manera muy elocuente lo atractiva que puede resultar la mirada alienígena de Cane.
Poblenou, sitio distinto
Para Claudia Costa, el artista italiano es muy representativo del tipo de obra que ella quiere exhibir en su galería, La Plataforma.
“A mí me gusta el arte con una riqueza conceptual, ya sea abstracto o figurativo, y sobre todo de sensibilidad muy contemporánea” afirma.
Ella misma actúa de curadora de esta sala que apuesta “por artistas con arraigo local, conectados a la escena barcelonesa”. La Plataforma funciona también como lanzadera de un ambicioso proyecto, bautizado Poblenou Urban District, que “pretende ser un espacio de interconexión para las iniciativas culturales y creativas que hay en este Distrito, uno de los más dinámicos y con mayor potencial de Barcelona”.
La asociación privada, fundada por Gloria Morera, Ana Laura Solís y la propia Costa, se basó en cierta medida en lo que estaba ocurriendo hace diez años en Wynwood Art District, el Distrito de Arte de Miami. “Actualmente no es una buena referencia debido a la gentrificación y que ha perdido gran parte de lo que resultaba de verdad genuino, pero entonces era un referente. Pensamos que Poblenou podía ser el Wynwood Art District barcelonés por ser históricamente una zona industrial con una sólida comunidad creativa”.
Fueron pioneros. Claudia considera que el Poblenou en el 2020 y 2021 “ha padecido el impacto de la pandemia, que ha obligado a echar el cerrojo a muchos barrios locales, aunque ahora mismo es una zona en plena efervescencia”. Su gran apuesta es que el distrito 22@, conocido como centro de tecnología e innovación de la ciudad conviva con el Distrito Cultural y Creativo que estamos impulsando a través de su comunidad y de la programación e diferentes eventos culturales”. Aspiran a “coexistir sin que ser fagocitados”. Y a seguir trayendo al barrio ofertas tan estimulantes como la obra alienígena y lúdica de Cane.
Dirección de La Plataforma: Carrer Pujades 99, 08005, Barcelona, España