Los cárdigan y faldas plisadas de Diana de Gales, la princesa del pueblo, llegan a las pantallas españolas gracias a Spencer, biopic poco convencional del chileno Pablo Larraín que cuenta como protagonista con una espléndida Kristen Stewart
La monarquía británica está de moda. Lo demuestra el éxito reciente de producciones como The Crown, el documental Los Windsor o incluso la controvertida serie de Channel 4 Ana Bolena. Tal vez se deba, como dicen algunos analistas, a que el Brexit ha creado un caldo de cultivo óptimo para las ficciones patrióticas en el Reino Unido. El caso es que Isabel II y sus ancestros están demostrando ser un producto audiovisual de primer orden, abrazado con fervor por audiencias de medio mundo.
Eso explica en parte la expectación que ha suscitado Spencer, película del chileno Pablo Larraín que se estrena el 20 de noviembre en España. Si la peripecia vital de su suegra, la reina eterna, ya resulta muy cinematográfica, ¿qué decir de Lady Diana Spencer, la nuera díscola, la princesa del pueblo?
Lady Di protagonizó en julio de 1981, hace ahora 40 años, la boda real con mayor repercusión mediática de la historia. 16 años más tarde, su fallecimiento, en septiembre de 1997 conmocionó al mundo. Para muchos británicos y para monárquicos recalcitrantes de todo el planeta, la imagen de la princesa de Gales sufriendo un accidente mortal como consecuencia de la persecución de un grupo de paparazzi supuso el fin de la inocencia, un cuento de hadas truncado. Ahora, Diana de Gales se viste de cine con Spencer gracias a Kristen Stewart.
Una manera poco convencional de contar una historia conocida
Larraín ha optado por contar su historia sin incurrir en la hagiografía y sin mostrarnos ese par de acontecimientos, boda y muerte, que forman parte de la cultura popular del pasado siglo. La película se centra en un punto de inflexión supuestamente decisivo, las vacaciones de Navidad de 1991. El momento, según el guion del escritor británico Stephen Knight, en que Lady Di decidió divorciarse de su marido, romper los lazos con la familia Windsor y renunciar a la corona. Crónica de un acto de madurez personal y rebeldía, Spencer cuenta como protagonista con una Kristen Stewart magnífica, muy cerca ya, a sus 31 años, de desarrollar el enorme potencial como intérprete que se le intuye en Seberg, Viaje a Sils Maria o Personal Shopper.
Desde el punto de vista del diseño de producción y la dirección artística, Spencer resulta incontestable. Larraín ya demostró lo bien que se maneja en el universo del glamour nostálgico con Jackie, película en que Natalie Portman se ponía en la piel de Jacqueline Kennedy y lucía una colección de apabullantes estilismos, alguno de ellos manchado de sangre. A Stewart la ha vestido esta vez otra mujer llamada Jacqueline, de apellido Durran, una de las estilistas más cotizadas de Hollywood. Durran contó con el apoyo activo de Chanel, marca de la que Kristen Stewart es embajadora desde 2013.
La importancia de la moda en la producción de la película
Diana de Gales se viste de cine con «Spencer», pero Durran no se olvida de su característico estilo. En los archivos históricos de la casa de moda parisina, la estilista ha hecho hallazgos como la combinación de cárdigan azul y falda plisada de seda negra que Diana Spencer lució con frecuencia en los 90 o el mítico abrigo de tweed rojo en que aparece en las fotos de su visita oficial a París de 1988. Muchas de esas piezas forman parte de la colección Chanel Patrimony y han sido exhibidas por primera vez en el cine.
Otras, como la falda larga con volantes de tul inspirada en un diseño original de Karl Lagerfeld, fueron recreadas por el equipo de vestuario de Durran, porque, tal y como explica ella misma, “no se trataba de recuperar una por una las prendas que Lady Di lucía en sus fotos más icónicas, sino hacer una recreación lo más completa posible de su estilo”.
Las dos vidas de la princesa fashionista
Porque si una constante hubo en la vida de la princesa fallecida a los 36 años, es el interés por la moda. Cuarta hija del heredero de una noble estirpe británica, Diana Frances Spencer nació en Sandringham, en el condado de Norfolk, en 1961. Educada primero por institutrices en la mansión familiar y luego en exclusivos internados femeninos, Lady Di se asoció ya en su adolescencia a los llamados Sloane Rangers, una tribu urbana de fashionistas contumaces, vástagos de las grandes fortunas y la alta aristocracia, que puso de moda a finales de los 70 un look juvenil conservador, opulento y de aire neorromántico.
Así era la Diana Spencer que se casó, a los 20 años, con el heredero de la corona, Carlos de Gales, 13 años mayor que ella. Y así era la joven madre de looks versallescos, rodeada con frecuencia de una pompa nostálgica y convencional. Solo tras su ruptura con los Windsor se atrevió Diana a renunciar a sus faldas midi y sus bufandas de seda para vestir audaces diseños de Versace o Chanel.
La madurez de una actriz que no tiene techo
La película de Larraín muestra a Diana Spencer en ese momento de transición crucial en su vida. Los sutiles cambios de indumentaria muestran también esa gradual apuesta por la audacia y esa renuncia a las convenciones. La Lady Di de los 90 sería, en gran medida, una mujer distinta, popular por sus relaciones con parejas como el cirujano de origen egipcio Hasnat Khan o el rico heredero Dodi Al-Fayed, pero también por sus múltiples compromisos solidarios y su estilo personal, de una elegancia rupturista.
Para Kristen Stewart ha supuesto, según sus propias declaraciones, un reto “formidable” encarnar a una mujer que “durante años vivió en una jaula de oro y no tuvo la oportunidad de manifestar su propia personalidad”. La actriz de Los Ángeles valora especialmente la apuesta de Knight y Larraín por captar al personaje “justo en el instante en que está pasando por un periodo de profunda introspección y cambio personal del que acabará extrayendo el coraje necesario para ser ella misma”.
La inevitable comparación entre Diana de Gales y Kristen Stewart
A Stewart le molesta, como ha quedado claro en las entrevistas promocionales de la película, que se tracen paralelismos entre ella y la princesa a la que interpreta en la pantalla. Sin embargo, es tentador insistir en cómo tuvo que dejar atrás su imagen de juventud, la de protagonista de un blockbuster adolescente como Crepúsculo, novia además de su compañero de reparto, Robert Pattinson, para convertirse en la actriz sólida y adulta que es ahora mismo.
Como en el caso de Lady Di, su vida personal ha sido también con frecuencia objeto de escrutinio, especulación y escarnio. Y como ella, llega a la treintena convertida en una mujer distinta y dispuesta a reivindicarse tal y como es.
Spencer se estrena en cines de toda España el 20 de noviembre.