Desde la existencia de los mares y las costas, el mar Mediterráneo ha sido especial. A través de diferentes miradas, y en Pilma, se rinde homenaje a su luz y a lo que es capaz de crear
Hay un nexo entre los pueblos y ciudades de la mediterránea que los une. Uno que existe gracias a una especial conexión entre ella y sus habitantes. Y en las rocas, el mar, los bosques, las praderas y los lagos; la luz de la mediterránea. Y no solo esa conexión, sino la necesidad que tenemos de ella, aunque no seamos conscientes durante todas horas del día.
El pasado 27 de abril se organizó, en el espacio Pilma de Barcelona, una charla de la mano de la firma catalana de iluminación Bover, que contó con la participación de la arquitecta Benedetta Tagliabue, el diseñador Gonzaló Milá, el lighting designer Jordi Ballesta y la directora creativa Joana Bover.
La charla, que se organizó al atardecer, se centraba en El objeto de la luz en la cultura Mediterránea. Joana Bover fue la primera en expresar, por qué, la luz es igual de importante para su día a día en casa, en el trabajo o en el exterior. Y explicó cómo la luz es esencial en todas sus formas.
«La luz que entra a través de las ventanas, estas típicas alicantinas, cómo las montamos, las alejamos, cómo dejamos paso a la luz. Ya no hablo de lámparas, sino de la luz puramente natural, es importantísima»
Esta se caracterizó por ser una charla informal, fluida, natural y divertida, en la que se iban entrelazando preguntas y respuestas, vivencias y consejos y explicaciones profesionales. Gonzalo Milà, explicó que:
la luz para él era igual para todas las culturas porque todos tenemos día y noche y la noche se tiene que suplir la luz natural por artificial y ésta debe tener mucha calidad.
Pero dejó clara una cosa esencial: la luz, la llevamos dentro.
Benedetta Tagliabue, originaria de Lombardia relató con amor su origen con niebla, lluvias explicaba y que la Mediterránea le había robado el corazón, la describía como un sueño:
depende de donde naces, la incidencia del sol, de la luz tienes un tipo de vida y estética u otra.
El valor que le damos a la luz es lo que nos hace especiales
Y es cierto, ya que los habitantes de la mediterránea le damos un valor increíble a la luz, es una manera de vivir que nos hace especiales. Aunque parece que hayamos rutinizado la falta de luz solar por las noches, cuando seguimos realizando tareas, el factor importante, que mencionaba el diseñador Milà, es el siguiente:
«En los momentos que se tiene que suplir la luz natural con luz artificial, es donde tiene que haber calidad»
La luz también tiene un punto mágico, algún destello que nos cuesta explicar y, a veces, entender. Se expuso, durante la charla, una conexión muy interesante, que relacionaba los objetos lumínicos, físicos y tangibles, con la luz, algo tan intangible y subjetivo.
«Ser arquitecta es una manera fantástica y preciosa de dar ayuda a la luz»
– Benedetta Tagliabue
Lámpara de madera ‘Dome’ creada por Benedetta Tagliabue para Bover
La consciencia que la luz es una cosa que, en realidad, no existe y que nos invade constantemente hace que los diseñadores, arquitectos y lighting designers tengan que buscar un contenedor que, cuando hay oscuridad, ilumine, pero que parezca que no haya luz. Que sea natural y que, sobre todo, las personas estén a gusto en casa. Gonzalo Milà, hacía referencia a este tema explicando que: “Cada vez necesitamos más la luz cuando no hay, por nuestra manera de vivir, por cómo hemos roto el ritmo mediterráneo, por cómo necesitamos hacer cosas cuando deberíamos estar durmiendo”.
Y es que, aunque los trabajos, las horas y el estrés nos hagan cotidianizar la luz de la que está dotada toda la región mediterránea, a veces hay que parar, mirarla y manifestar que una vida slow en ritmo con la luz y las sombras, es lo que ha caracterizado los espacios de nuestra vida durante, no solo años, sinó siglos.
La personificación inconsciente de nuestros objetos lumínicos en casa
Joana Bover relató esta sensación personificando los objetos lumínicos en una casa. Lo primero que hacemos cuando llegamos a casa es encender aquella lámpara y es una manera de pensar «Ya he llegado a casa». Los demás expertos, estuvieron de acuerdo en que las lámparas Bover cumplen esa función.
“No me gustan las luces frías, me gustan las cosas más orgánicas y me encanta que estén tejidas, adoro los oficios y hay que recuperarlos. Y si son de proximidad, siempre mejor”, explicaba Bover.
Asimismo, el crear y diseñar objetos sin personas que habiten en aquellos lugares, es inservible. Y cada uno de los participantes expresó cuán importante es para ellos las personas que consumen sus productos.
«Para cualquier cosa que haces, lo más importante es la persona. Si no lo puede utilizar, no tiene ningún sentido crearlo». Explicaba Milà, ya que lo primero que piensa cuando está diseñando un producto es el lugar en el que estará, qué uso tiene que tener, y cumplir, qué dimensiones tiene que tener, ya que todo, absolutamente todo, está dirigido a la persona y al funcionamiento.
«Las personas son fundamentales, siempre identificas a la persona y lo haces para que mejore la vida de las personas por las que estás diseñando, el mundo cambia, y las personas y los productos cambian. El dinamismo hace que nuestro trabajo no acabe nunca».
Relataba Benedetta Tagliabue, que para ella, que se considera más diseñadora de espacios, las personas son el eje a partir del que crear un ambiente, un producto o, incluso, una sensación.
«Un ejemplo muy claro es el Centre Càlida, en Barcelona. Un centro pensado para personas que están enfermas, la luz, la madera, las plantas; es una arquitectura pensada para que las personas que viven ahí dentro sean felices».
Joana Bover afirmaba la importancia de este centro, ya que tiene de eje central a las personas y a sus cuidados.
Tecnología y artesanía, sí es posible
Y, como no, el tema de la tecnología y su avance estuvo presente hacia el final de la charla, haciendo partícipes a todos los asistentes de un debate interesante y necesario en el mundo de la decoración, arquitectura y diseño.
La firma Bover, apuesta mucho por la tecnología, aunque el toque cálido mediterráneo (Balear), siempre está presente. Joana comentaba que por eso las piezas son un poco más caras y que nos encontramos, precisamente ahora, en un punto de cambio, de aceptación y de prueba. Las bombillas led cada vez más están presentes en nuestros entornos; casas, trabajos o espacios de ocio. Aún así, aquello analógico y romántico sigue dentro de nosotros y aquel gesto de cambiar la bombilla, como explicaba Joana Bover, aún no lo hemos superado del todo. Si una luz led, por ejemplo, se estropea, es muchísimo más cara cambiarla que una bombilla convencional. Pero, por otro lado, como afirmaba la diseñadora, tengo el corazón partido, porqué yo misma añoro la bombilla, pero los fabricantes de led están apostando para que cada vez, éstas, tengan una vida larguísima. Además, el lighting Jordi Ballesta, comentaba el impacto ecológico de las bombillas convencionales: la imposibilidad de reciclarlas, lo peligrosas que son para el medio ambiente y para la salud de las personas.
Los cambios cuestan y, muchas veces se hagan cuesta arriba, son necesarios y, la mayoría de veces, beneficiosos. El cambio tecnológico en los sectores más artesanales y con personalidad propia puede parecer agresivo. Pero mientras la esencia no cambie y la tengamos presente siempre, solo se pueden crear piezas, objetos y diseños mejores, originales y propios.
Porqué la luz crea, ilumina, invade, hace sentir como en casa, da calor; y felicidad. Y darle valor a esa luz crea ese círculo tan preciado de la Mediterránea. El que hay que conservar siempre.