Skip to main content

La ciudad de Bath en el condado de Somerset es la prueba más monumental y palpable de que los motivos para viajar a Inglaterra van más allá de su capital. Cada mes publicamos en Magazine Horse nuestros highlights una selección de propuestas culturales por todo el mundo. Y en ellos es muy, muy raro, que no aparezca algún evento, exposición o festival en Londres, un destino que jamás nos cansamos de recomendar por infinidad de motivos. Pero hoy vamos a aprovechar para descubriros una ciudad distinta, Bath.

Atractivos turísticos de Bath. Foto cortesía de ©VisitBritain/ Joanna Henderson

Aquí desaparece el bullicio, el estrés que se respira en cualquier calle londinense, y también esa necesidad de estar permanentemente a la última. En Bath nos trasladamos a otras sensaciones, o más bien a otra época, y todo ello estando a menos de 3 horas en tren o en coche de la capital. Una distancia más que salvable y corta teniendo en cuenta el enorme contraste sensorial que proporciona.

Panorámica de Bath. Foto cortesía de ©VisitBritain/ Stephen Spraggon

Jane Austen, visitante ilustre de Bath

¿Quién no ha visto películas de época como Orgullo y prejuicio, Emma o Sentido y sensibilidad? Pues bien, todas esas producciones cinematográficas de época están inspiradas en novelas de Jane Austen. Una mujer que vivió a caballo del siglo XVII y el XIX. Un tiempo que retrató con tino. Y fue mordaz con su sociedad, sobre todo las clases más altas. Y desde luego durante sus largas estancias en Bath pudo conocerla en primera persona. ¿Por qué? Porque hubo un tiempo en que esta ciudad se convirtió en el destino predilecto de lo más granado de la corte británica.

Casa Museo de Jane Austen. Foto cortesía de ©VisitBritain/ Simon Winnhall

Sin embargo, Austen se aproximó a esos círculos lo justo. Siempre fue una mujer libre e independiente que se negó a rendir cuentas, y mucho menos a seguir los estereotipos. Todo un personaje, más allá de su literatura, y el mejor modo de conocerla es visitando su Casa Museo, donde se hacen visitas teatralizadas. Con ellas se recibe una entretenida lección de literatura y de historia de la ciudad. Si se sabe inglés, este puede ser el mejor lugar para comenzar la visita y ponernos en ambiente.

La cima de la arquitectura georgiana

En esta historia de Bath hay un hecho clave. En el año 1702 llegó la reina Ana de Inglaterra y disfrutó de unos baños termales que le hicieron repetir la visita en diversas ocasiones. Eso fue el germen de la ciudad que hoy conocemos, un conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La presencia de la realeza y de toda su corte propició que se construyera una ciudad sumamente elegante para alojar a tales personajes. Y durante los siguientes reinados de los monarcas llamados Jorge, las visitas no cesaron. Así que paulatinamente se creó una ciudad repleta de casonas y palacios, muchos de los cuales se han convertido con el paso del tiempo en los máximos exponentes de la llamada arquitectura georgiana.

The Circus. Foto cortesía de ©VisitBritain/ Joanna Henderson

Las grandes aportaciones de una pequeña familia

En esta línea sobre todo hay que destacar lo que diseñaron los Wood, padre e hijo arquitectos que regalaron a Bath unas cuantas joyas. Por ejemplo, el grupo de viviendas de Circus, donde los elementos del arte clásico se fusionan en un grupo de edificios para formar una de las plazas redondas más atractivas de Gran Bretaña.

Y a un paso se descubre el imponente Royal Crescent, con una espectacular fachada curva y pétrea, frente a la intenso verde de unos enormes jardines. Es obligado pasear por allí, tumbarse si el tiempo acompaña y hacer un sinfín de fotos. Esos jardines son con una especie de auditorio desde el que disfrutar de la teatralidad de este edificio tan grande como atractivo.

Vista área del Royal Crescent. Foto cortesía de ©VisitBritain/Andrew Welsher

Pero los Wood construyeron más edificios interesantes. Otro de ellos es el Assembly Rooms, un espacio dieciochesco que es visitable. Pero que rara vez está libre, ya que su perfecta conservación lo ha convertido en uno de los platós monumentales más demandados para grabar documentales o películas de época. Al menos, siempre será posible visitar una parte del edificio donde se encuentra el interesante The Fashion Museum.

La Bath más antigua

No obstante, aunque el siglo XVIII y los comienzos del XIX fueron la época dorada de Bath, la ciudad existía ya mucho antes. Ya en tiempos de los celtas, varios siglos antes de nuestra Era, se conocían las propiedades curativas de los barros de la zona. Si bien fueron los romanos los que descubrieron todo el potencial termal de Bath, y ellos construyeron las termas que hoy en día siguen siendo el monumento más visitado del lugar y que hasta le da nombre: los Baños.

Baños romanos. Foto cortesía de ©VisitBritain

Si bien es verdad que cuando los romanos abandonaron la isla y los sajones se hicieron los amos y señores del territorio, se olvidaron de aquellas termas. E incluso más tarde, cuando se construyó la Abadía Gótica de Bath, gran parte de los escombros terminaron de enterrar el antiquísimo spa.

Abadía Gótica de Bath. Foto cortesía de ©VisitBritain/ Simon Winnhall

Otras reliquias que conserva la ciudad

Pero hoy en día, ambos edificios, la abadía y los baños romanos conviven en la plaza central de Bath. El lugar donde también está The Pump Room, el café restaurante que casi se guarda idéntico a los tiempos en que era una asidua Jane Austen. Entrar ahí es una obligación, y si se es goloso y amante del té, mucho mejor a media tarde, para tomar el suculento high tea, servido en fina porcelana y con los delicados pasteles que transforman una merienda en un acontecimiento.

Sally Lunn’s. Foto cortesía de VisitBritain/ Simon Winnhall

Si bien, no es el único establecimiento histórico donde comer y beber en Bath. Se pueden saborear los platos más típicos de pub en The Garricks Head. También es posible acudir a tomar unas pintas y escuchar música en directo en The Bell Inn. O se tiene que ir sí o sí a Sally Lunn’s ubicado en un edificio con más de 400 años y donde se sigue haciendo el pan que sirven a sus comensales.

En definitiva, como casi todo en Bath, una experiencia que nos traslada a otro tiempo.