Fiel a su cita, la Fundación Hyatt ha anunciado este mes de marzo el arquitecto galardonado con el premio Pritzker 2018. Y en esta ocasión el reconocimiento ha recaído en Balkrishna Doshi. Un creador indio con una larga trayectoria desarrollada en su país durante las últimas décadas.
Las condiciones del premio Pritzker
Desde la creación de este premio por parte del empresario estadounidense Jay A. Pritzker en 1979, este galardón ha buscado cada año a arquitectos capaces de concebir y construir proyectos que no solo sean hermosos, sino que enriquezcan a la humanidad. Es decir, se ha premiado creatividad y calidad, pero también el carácter social de sus obras.
Han habido años en los que los premiados son discutidos por la comunidad más especializada. Pero en esta ocasión, todos están de acuerdo en que Balkrishna Vithaldas Doshi reúne todos los requisitos para ser un justo vencedor del que se considera el premio Nobel de Arquitectura.
Las dos grandes influencias de Balkrishna Doshi
B.V. Doshi, nació en 1927 en la ciudad india de Pune. Y a los 20 comenzó sus estudios de arquitecto en la cercana Mumbai. Una formación que acabaría en Londres, y poco después le llevaría a París, donde conoció a su gran mentor: Le Corbusier. Uno de los arquitectos más eminentes de la pasada centuria.
Trabajo codo con codo con él. Y lo hizo con la traba del idioma, ya que Le Corbusier no dominaba el inglés, lo cual hoy en día Balkrishna Doshi lo ve como una ventaja, ya que considera que así esas charlas eran más visuales, ingeniosas y espaciales.
Sin duda, el insigne arquitecto suizo fue su gran influencia y el motivo de su regreso a la India, ya que retornó en 1954 para llevar a cabo los proyectos que su despacho llevaba a cabo en las ciudades de Chandigarh y Ahmedabab. Pero hubo otro arquitecto con el que trabajó en los años 60 y que también fue todo un referente en sus proyectos posteriores. Se trata del estadounidense Louise Kahn.
Un arquitecto esencialmente indio
Con Le Corbusier y con Kahn, el joven B. V. Doshi aprendió los conceptos de la arquitectura más exquisitamente contemporánea, y nunca ha negado su influencia. De hecho, en su estudio más personal todavía guarda una foto de su inspirador maestro suizo.
Pero además de eso, Doshi pronto se dio cuenta de lo importancia de la tradición constructiva india. Unas formas que daban las directrices para construir lo más adecuado para ese clima y esas condiciones. Y ese es un factor que destaca en toda su producción, fusionando la modernidad y la tradición. De este modo, en obras como el Tagore Memorial Hall de 1966 se une lo prefabricado y lo artesanal, el hormigón más monumental y hasta brutal con el reparto espacial basado en las formas de vida locales.
En definitiva, una unión de conceptos que solo se podía dar gracias al talento y creatividad de este arquitecto.
El interés social de la obra de Balkrishna Doshi
Y todavía falta un último elemento que distingue la obra del arquitecto indio. Él mismo cuenta que a comienzos de los años 50 realizó un juramento que debería cumplir durante toda su vida, y este consistía en: “proporcionar vivienda adecuada a las clases más desfavorecidas”.
Aquello se lo planteó tras hacer su primer proyecto de casas para personas pobres, y ciertamente lo ha cumplido desde entonces, llevando a cabo realizaciones tan valoradas como las viviendas de bajo costo en Aranya o las viviendas cooperativas de Ahmedabab.
Su estudio, su refugio
En 1980 construyó el estudio donde todavía trabaja. Se encuentra en Ahmedabab y se denomina Sangath, cuya traducción del sanscrito vendría a significar “moverse juntos”. Para muchos, esta construcción sintetiza todo su arte al usar los materiales modernos, los tradicionales, los elementos tan materiales como las bóvedas de hormigón con otros inmateriales, como las superficies serpenteantes de agua.
En fin, plantea un espacio que viene a ser un lugar donde se dan cita la naturaleza, el arte y el individuo, el cual es el inspirador de todas sus obras.
Otras obras de Doshi
De ese estudio ha salido una de sus creaciones más aclamadas, personales y experimentales, como es la galería de arte Amdavad Ni Gufa. Se trata de un espacio abovedado con apariencia de cueva, y donde se exhibe la obra del artista local Maqbool Fida Husain.
E igualmente ahí diseñó el Instituto Indio de Administración de Bangalore, donde tiene tanta importancia el interior de este centro de formación como el campus externo. Teniendo en cuenta no solo la faceta educativa del lugar, sino la vida que allí se genera y la necesaria interacción entre las personas.
Estas obras, junto a alguna otra como la vivienda colectiva para Life Insurance Corporation o el diseño de la Universidad CEPT, son los grandes diseños de Balkrishna Doshi. Un arquitecto que ha querido materializar la historia de su vida en sus edificios, con todas sus inquietudes sociales y artísticas. Por esa motivación y por su actitud de responsabilidad hacia la arquitectura y sus conciudadanos, sin duda es digno merecedor del premio Pritzker 2018.