El arquitecto japonés Arata Isozaki ha sido premiado este mismo mes de marzo con el codiciado Premio Pritzker. Y al igual que hicimos con Balkrishna Doshi, galardonado de 2018, también en esta ocasión os queremos hablar sobre este premio de arquitectura que homenajea a los autores que hacen construcciones que no solo son bellas sino que hacen más rico al ser humano.
Isozaki, premio a toda una carrera
En el caso de Isozaki eso es bastante evidente por su propia concepción de la arquitectura. Un genio de la construcción y el urbanismo que a sus 87 años de edad puede hacer un largo balance de su legado. Quizás su mayor valor haya sido su versatilidad y su capacidad para empaparse de las formas y tradiciones de los lugares que visitaba y donde debía diseñar sus proyectos.
Un personaje que como él dice creció viendo como se construía una país, Japón tras la Segunda Guerra Mundial. Ese contexto sin duda influyó en su visión de la arquitectura y el urbanismo como algo vivo y actual. Eso es lo que demostró en uno de sus primeros grandes proyectos en Osaka. La ciudad futurista por antonomasia en los años 70 del pasado siglo XX, y en cuyo aspecto intervino activamente Isozaki.
Obras repartidas por todo el mundo
A partir de aquello llegarían más proyectos y muchos de ellos fuera de su país. A lo largo de las décadas ha trabajado en todos los continentes. Por supuesto en otros países asiáticos, como China, donde en los últimos tiempos trabajan todos los grandes arquitectos del globo. Pero también en América donde construyó su carismático Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles. En Australia con su Edificio Arch para la Universidad Bond de la ciudad Gold Coast. O en África con sus trabajos para el Museo de la Civilización Egipcia de El Cairo.
Y desde luego ha dejado su impronta en diversos proyectos europeos. Por ejemplo participó en el diseño del Edificio Daimler Benz AG de la berlinesa Potsdammer Platz, un espacio urbano en cuya renovación en los años 90 trabajaron los más grandes arquitectos de la época. O creó la imagen de su país en Cracovia con el Centro Arte Japonés y Tecnología en Cracovia, Polonia.
Pero si hay un lugar de Europa donde ha dejado un sinfín de trabajos y propuestas, este sin duda alguna es España. Un país donde incluso Isozaki tiene un despacho de asociados desde hace décadas para desarrollar este tipo de propuestas.
El legado en Barcelona de Isozaki
La sociedad Arata Isozaki y Asociados España S.A. surgió para cumplir con su primer gran trabajo en España. Corría el año 1984 y tenía que construir uno de los edificios más paradigmáticos de los futuros Juegos Olímpicos de 1992. Estamos hablando del Palau Sant Jordi.
Una construcción que nos sirve para evocar otro de planteamiento básico del arte de Isozaki. Un arquitecto que también es ingeniero. Y como tal concibe su obra no tanto pensando en un resultado final, sino en un modo de construir. De ahí que en este caso sea sorprendente como la impresionante cubierta del pabellón estaba prefabricada y fue ubicada en su emplazamiento definitivo mediante gigantescas grúas.
Tras el Palau Sant Jordi de la Montjuïc llegarían más obras en Barcelona y en Cataluña. Diseñaría el Pabellón Palafolls en la Ciudad Condal, el Parque de la Muntanyeta en Sant Boi o el acceso al Caixa Forum barcelonés, entre otros muchos trabajos.
El legado en España de Isozaki
Pero las obras de este arquitecto japonés se pueden ver en otros lugares del territorio español. Y de hecho, algunas de sus creaciones se han convertido en emblemas de la renovación de varias ciudades hispanas.
Por ejemplo es inconcebible la modernidad de Bilbao sin las Torres Isozaki. O la “Domus” o Casa del Hombre de A Coruña ha sido capaz por sí sola de atraer visitantes a esta hermosa ciudad gallega. En estas obras y otras repartidas por Burgos, Santiago de Compostela o Madrid se ve la gran valía de este arquitecto. Capaz de resumir en sí mismo gran parte de la historia de la arquitectura contemporánea de los más variados rincones del planeta. Por esa capacidad de síntesis y de adaptación a cada espacio donde trabaja, se le ha concedido el Premio Pritzker 2019.